Exteriorizando lo Interior
Como muchos otros, el principio de las primicias es uno de los principios bíblicos más atacados dentro del mundo evangélico, acusándole de desuso o descontextualización dentro del cristianismo, pero, ¿que son las primicias?
Desde el libro de Génesis podemos ver el corazón de Dios en relación a recibir lo primero y mejor como símbolo exterior de una adoración genuina que brota de lo más profundo del corazón. _“Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido?” Génesis 4:3-7ª._ Aquí podemos ver que Abel escogió no solamente de las primeras crías, sino las más robustas, las que posiblemente eran usadas para aparearlas y acrecentar el rebaño. Dios mira con agrado la actitud de Abel, y recrimina la actitud de Caín haciéndole notar que lo que le ha ofrecido no es de su agrado, por lo que no es elogiado. Es claro entonces que Dios anhela que le demos lo primero y mejor desde antes del establecimiento de la Ley dada a Moisés para su pueblo.
En la Ley Mosaica Habían dos formas y oportunidades para la presentación de primicias a Dios. La primera consistía en presentar delante del Señor una gavilla de cebada, mecida y acompañada por una ofrenda de cuatro kilogramos de harina amasada con aceite, y un litro de vino como ofrenda liquida, esto debía hacerse el segundo día de la Fiesta de los Panes sin Levadura, antes de iniciar la siega o recolección del trigo. (Levítico 23:9-13). Recuerde que la harina no era comprada en un auto mercado, sino que era elaborada mediante un arduo proceso que requería tiempo y esfuerzo para obtener la medida requerida por Dios. Tal sacrificio, era agradable a los ojos de jehová.
Siete semanas después se celebraba la gran Fiesta de las Primicias, llamada también la Fiesta de las Semanas. Con ella se terminaba la primera cosecha del año y la recolección de los frutos. Juntamente con dos "panes de las primicias", "mecidos delante de Jehová", se ofrecían siete corderos, un becerro, dos carneros y un macho cabrío (Levítico 23:16-18).
Además de estas primicias oficiales al principio y al fin de la primera cosecha, cada israelita debía llevar individualmente una canasta de todos los mejores frutos _(Deuteronomio 26:2),_ aceite, mosto y trigo, todo de lo más escogido (Números 18:12-15). Se incluían los primogénitos de los animales, para recordar que el Señor los había librado de la esclavitud en Egipto y les había regalado un rico país en posesión. Tales primicias, como también los diezmos, constituían las entradas más considerables de los sacerdotes y levitas a los que no se les había dado heredad, sino que habían sido apartados para el servicio a Jehová y a su pueblo.
Ahora bien, Dios no demanda nada que Él mismo no hiciera, en Colosenses 1:15-18 se describe a Jesús como la imagen de Dios, el primogénito de la creación, en el que fueron creadas todas las cosas que hay en la tierra, las visibles e invisibles, todo fue hecho por Él y para Él.
Vemos entonces a Dios entregando lo más valioso de sí mismo para la salvación de la humanidad.
En las Escrituras podemos ver el principio de primicias, dar lo mejor para Dios, en muchos pasajes del nuevo testamento, por ejemplo, Pablo menciona en 2 Corintios 9 como debía ser la ofrenda solicitada para los hermanos de Jerusalén. Debía ser voluntaria, no de mala gana, previamente preparada (NO IMPROVISADA, esto supone estar conectado con Dios previamente para que Dios quien pone el querer como el hacer te direccione). En este pasaje el Apóstol Pablo hace una referencia al Proverbios 11:24, al mencionar que aquel que siembra escasamente, escasamente segará y el que siembra generosamente, generosamente segará. De esta forma queda plasmada en la Palabra de Dios la seguridad que debe tener el creyente al dar con un corazón generoso todo lo que deba ofrendar para Dios. Finalmente en 2 Corintios 9:7 la Palabra nos lleva al espíritu inicial de la ofrenda a Dios, aquella dada por Abel, cuando dio lo primero y mejor de su rebaño. Es dar desde el corazón, sin tristeza o por necesidad, porque así como a Dios le agrado la ofrenda de Abel y dispuso en su Ley una fiesta para recibir lo primero y mejor de su pueblo, así hoy día, Dios ama al dador alegre.
En la actualidad algunas iglesias desprecian el principio bíblico de dar las primicias a Dios, otros por el contrario lo practican y abren un espacio para que el pueblo de Dios, el cuerpo de Cristo, pueda manifestar con lo que han recibido de Dios el agradecimiento en sus corazones como otrora lo hicieron Abel, Abraham, moisés y el pueblo de Israel en las fiestas de primicias, así también lo hicieron las iglesias en Macedonia _(2 Corintios 8:1-4),_ cuando rogaron a Pablo, les permitiera ofrendar a pesar de su gran necesidad.
Da lo primero a Dios; da lo mejor a Dios; dalo desde tu corazón, sin tristeza o temor. Dios es el mismo de ayer, hoy y por los siglos de los siglos, cuál era su alegría ayer, es su alegría hoy para con aquellos que disponen dar lo mejor de lo que tienen a su Señor.
“Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos darte voluntariamente estas ofrendas? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos”.
1 Crónicas 29:14
Pastor Harry Mendoza
Comentarios
Publicar un comentario